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Brandi Carlile encuentra su tono desde el optimismo

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Como vivimos en el lado incorrecto del Atlántico, llevábamos ya algunos años sin saber nada de Brandi Carlile desde la publicación de su cuarto disco, Bear Creek (2012), que además resultó ser un trabajo decepcionante si se comparaba con su trayectoria anterior. El caso es que el final del 2014 vino plagado de novedades para quienes la seguimos, con el anuncio de un par de conciertos de su gira unplugged en Londres y la promesa de un nuevo disco antes de la primavera. Tengo que reconocer que hace varios años que sigo con interés a Brandi Carlile, y después de la alarmante falta de calidad de su último disco, me mostré muy escéptica con este The Firewatcher’s Daughter. Pero los adelantos que se fueron desgranando, uno de los mencionados conciertos de Londres y las letras de las nuevas canciones fueron mudando este ánimo desde la indiferencia hacia la verdadera expectación. Finalmente The Firewatcher’s Daughter ya está aquí y, en efecto, nos trae la mejor versión de Brandi Carlile y los gemelos Hanseroth. Un disco accesible para quienes no sean apasionados del folk y una delicia para quienes sigan este género.

Brandi Carlile y los gemelos Hanseroth

Brandi Carlile y los gemelos Hanseroth

Lo que primero llama la atención de The Firewatcher’s Daughter es que Carlile ha encontrado su tono en el optimismo: ahora que es una mujer casada sus letras se alejan claramente de las desgarradoras historias de amor truncado, frustraciones e imposibles de sus primeros álbumes para aportar un punto de vista completamente nuevo sobre el amor, aunque éste empieza a dejar de ser el único tema de sus letras. Si bien su primera incursión en esto del optimismo (Bear Creek) resultó demasiado pastelosa, los cuatro primeros temas de The Firewatcher’s Daughter muestran una evolución brutal. Y es que lo más sorprendente del disco es esto, el arranque, un combo de tres temas vertiginosos y una delicada perla cantada en armonía a tres voces (Brandi y los gemelos) que llevan el enérgico arranque que tenía Give Up The Ghost (2009) con Looking Out a un nivel absolutamente nuevo para ella.

Es difícil quedarse con una canción de este arranque, pero si hay una que no me acabo de sacar de la cabeza es The Things I Regret, pegadiza desde el primer minuto hasta el último y de unas proporciones épicas que nunca habían funcionado en esta artista. Hay que destacar también la broma de la cuarta pista, Mainstream Kid, en la que de repente entran los Ramones, Patti Smith y los White Stripes como elefante en cacharrería, demostrando con una letra claramente irónica que la frágil cantautora de folk es tan capaz de hacer un tema al borde del punk como cualquiera, y encima de desmelene absoluto. Si Brandi Carlile publicara un disco completo en este tono (más aún visto lo que puede hacer en directo), lo alabaría sin dudarlo, aunque parece que Mainstream Kid es, por ahora, solamente un guiño (aunque es un guiño genial).

brandi_carlile01Después de la primera demostración de músculo, a The Firewatcher’s Daughter le bajan las revoluciones con Beggining to Feel the Years y Wilder (We’re Chained), dos piezas delicadas, clásicas en la discografía de la de Seattle, aunque no tan brillantes como el The View que se sitúa al arranque del trabajo. El disco vuelve a prender, aunque ya sin el desmelene anterior, con Blood Muscle Skin & Bone, tema puramente pop y juvenil que desemboca en el que es probablemente el momento más emocionante del disco: I Belong To You, una canción que, si bien le cuesta arrancar y al principio puede chocar por lo excesivamente almibarado de su letra, se va solidificando a medida que pasan los minutos y se convierte en una balada épica y brillante y en la que el steel pedal toma su lugar como instrumento de referencia en el folk de estos días.

Tras esto quedan cuatro temas de calidad todavía elevada, pero lo mejor de The Firewatcher’s Daughter, al menos bajo mi punto de vista, ya ha pasado. El blues, al que tanto le debe el folk, tiene su lugar en Alibi, y The Stranger at My Door vuelve a atreverse con el folk más electrificado y con guiós al punk irlandés de gente como Dropkick Murphys, aunque sin la sorprendente pegada del arranque del disco.

Finalmente no encontramos con que, tras desligarse definitivamente de las grandes discográficas, Brandi Carlile da un golpe sobre la mesa y despeja las dudas sobre si la felicidad le sienta bien o mal a su faceta creativa. Lejos quedan los años de las canciones frágiles y letras post-adolescentes de su debut; o los desgarrones emocionales de The Story (2007): The Firewatcher’s Daughter puede no recabar el éxito de aquél, pero tiene poco que envidiarle en cuanto a calidad. Y eso es mucho decir. Lo que no cambia es la sobresaliente voz de esta artista, que a medida que pasan los discos se alarga y contorsiona demostrando que es capaz de prácticamente cualquier cosa, manteniendo siempre una tesitura bellísima. Desgraciadamente es muy poco probable que a este post le acompañe en algún momento una lista de fechas de presentación del disco en España; pero Brandi Carlile no se cansa de repetir últimamente que planea hacer de Europa una nueva prioridad (con la tontería lleva desde antes de 2010 sin hacer una gira en condiciones por aquí). Habrá que ver a qué le llama ella Europa y hasta dónde hay que volar para ver The Firewatcher’s Daughter en directo.

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